A lo largo y ancho del mundo continuamente se escuchan noticias acerca de personas que han sido
poseídas por fuerzas oscuras, seres de carácter maligno, espíritus o demonios, que se han apoderado
de sus cuerpos, causándoles con ello grandes penas y sufrimientos. No son pocas las historias que
narran las vicisitudes que han tenido que sufrir las víctimas de estos indeseables visitantes, que
han tomado su interior como alojamiento y los han utilizado como vehículo para lograr sus macabros
propósitos.
Según los más avezados en el tema, un ser humano se encuentra poseído cuando
este ente perverso, además de tomar como suyo su cuerpo, se apodera de su espíritu, dominándolo por
completo y controlando su voluntad a su antojo. Y no son pocos los signos que alertan que un
persona puede estar sufriendo una
posesión demoniaca.
Insultos y palabras obscenas o en idiomas desconocidos, recuerdos o datos ajenos expuestos,
conductas agresivas, violentas e incluso autodestructivas, son entre otros comportamientos, señales
de que la persona se encuentra endemoniada, aunque debe seguirse un estricto protocolo, descrito
por la iglesia y confiado solamente a unos pocos sacerdotes, expertos en el tema, por medio del
cual han de confirmar que se encuentra frente a un caso real de posesión y no ante un engaño con
fines económicos o una patología médica o afección mental, con efectos y trastornos similares, que
más requeriría de un tratamiento médico tradicional, que de un exorcismo en toda norma.
Una muestra de ello son la multitud de libros y
películas
que tratan sobre el tema y en los que se describen supuestas situaciones reales, acontecidas a
personas del común, que de un momento tuvieron que lidiar con un espíritu o demonio que se metió en
sus cuerpos para hacer de las suyas. Familiares, amigos y por supuesto sacerdotes, lucharon contra
estos seres malignos, obligándolos a salir de sus víctimas, antes que terminaran por destruirlas,
aunque no sin antes dejar sus profundas huellas.
Exorcismos
violentos y aterradores, situaciones paranormales, insospechadas e incluso imágenes aterradoras e
imposibles, hacen parte de este mundo destinado al entretenimiento, aunque una cosa si es cierta,
lejos de los efectos especiales y las cámaras, estas historias partieron de algún lugar y siempre
hay quien asegura, que una de ellas fue la suya. Madres que atacan a sus hijos, hijos que insultan
a sus padres, un esposo que asesina a su amada, amigos endemoniados o simplemente un poseso que
ataca sin discriminación alguna por los alrededores. Fantasía o realidad, las historias nunca
acaban y día a día son más las que salen a la luz, haciendo temblar a los temerosos y dudar a los
escépticos.
La posesión también puede recaer sobre objetos inanimados, que ofrecerían
refugio a la fuerza maligna, mientras ésta los convierte a cambio en objetos malditos y causantes
de grandes calamidades y desgracias para quien tenga contacto o relación con ellos. Así mismo, un
lugar en especial puede llegar a estar poseído por uno o varios entes que se nieguen a marcharse,
ocasionando fenómenos sobrenaturales, como ruidos, golpes en las paredes, portazos, movimientos sin
explicación, destrucción sin motivo y levitación de objetos entre otros supuestos fenómenos
atestiguados, situación en la cual nos encontraríamos frente a una casa encantada o embrujada y de
la cual es causante un «poltergeist», entendido como la fuerza responsable de estos eventos.
Debe tenerse en cuenta que todo esto no son más que especulaciones y fruto de
las habladurías transmitidas en el voz a voz, pues la ciencia no ha llegado a comprobar la
veracidad de estas situaciones, dejando por completo el asunto en el plano espiritual y por ende,
en manos de las respectivas religiones, que han manejado el tema a su antojo a lo largo de la
historia, utilizándolo como herramienta de atracción hacia sus filas e incluso como excusa para
actos menos amables y serviles. En épocas pasadas, las amenazas y el miedo infundado al hombre con
relación a los demonios o espíritus malignos, causantes de dichas posesiones y sus consecuentes
desdichas, provocaron que éste se volcara sobre aquello que consideraba su salvación y con ello, se
fortalecieran las religiones y sus íconos, como el principal soporte para evitar estos
desagradables encuentros y mantener a sus fieles alejados y protegidos de todo mal y peligro. Y
aunque aún hoy prevalezcan dichos miedos, en la actualidad el tema se trata con mayor delicadeza y
la iglesia, lejos de fomentarlo, lo evita enteramente, negándose a profundizar en estos aspectos e
incluso tratando todo lo atinente con especial secretismo y silencio. |