Entendemos la posesión como una situación en la cual un demonio, fuerza oscura o ente maligno se
hace presente y toma como suyo el cuerpo de una persona, un objeto o se asienta en un lugar para
quedarse. Ahora, obviando la discusión de si esta es o no una situación posible, evitando a la
ciencia y sus saberes, y optando por la primera opción, declarándola factible, surge una pregunta
que seguramente muchos se habrán hecho. ¿Pueden los animales sufrir una posesión?
Dentro de los creyentes, en que las
posesiones demoniacas
o invasiones por parte de entes o fuerzas sobrenaturales malignas sobre el cuerpo y espíritu de los
seres humanos, pueden llegar a ser posible y presentarse como un suceso real y verídico, el hecho
de que pueda sucederle a los animales, los divide radicalmente. Para algunos, menos rígidos, la
respuesta es claramente positiva, mientras que para otros, algo más conservadores y a pesar de sus
arraigadas creencias religiosas y de su aceptación voluntaria de la posibilidad de que una persona
puede llegar a sufrir de este martirio, la idea de que le suceda a un animal no es más que una
tontería sin sentido. La diferencia de opiniones entre un sector y otro, radica en el concepto del
«alma o espíritu», entendiendo estos dos conceptos como una única cosa. Los abnegados sostienen que
un animal, al no contar con un pensamiento consiente, carece de este importante aspecto, mientras
que las personas a favor de esta posibilidad, creen firmemente que los animales, sin importar su
especie, si cuentan con un alma o espíritu, lo cual se expone claramente en su capacidad para
demostrar emociones, con lo cual, están tan expuestos a sufrir de una posesión tanto o más que
nosotros. Según algunos, los animales, siendo más sensibles a los estímulos internos, gracias a sus
órganos más desarrollados y especializados para este propósito, también son más sensibles a
percibir energías y presencias que el ser humano no llegaría a captar nunca, en especial las
sobrenaturales, por lo que son más propensos a caer en manos de estas fuerzas.
Los motivos que pueden llevar a un espíritu, demonio o cualquier otra entidad al
momento de poseer a un animal pueden llegar a ser de lo más variados, desde la idea de utilizar
éste para lastimar a otros y en especial al ser humano, hasta la posibilidad de espiarlo sin que
éste llegue a enterarse, aunque esto no sea más que especulativo y pueda llegar a ser solamente
fruto de la invención humana, como explicación dada a comportamientos naturales que no comprenden.
No son pocas las historias que hablan de animales poseídos,
que causan todo tipo de problemas y calamidades, cuando antes de sufrirla eran mascotas o
animalitos tiernos y cariñosos. El campo y las ciudades rurales son el lugar más propicio para
escuchar este tipo de relatos de boca de los lugareños, quienes han transmitido este legado de
generación en generación a través de los años, engrosando y maquillando su contenido con cada una
de ellas. Hombres en traje de perro, brujas que poseen pájaros negros, espíritus
malignos en cuerpos de enfurecidos toros de ojos rojos y demonios ocultos en forma de cabra,
a la espera del momento propicio para enseñarse, son algunas de tantas leyendas que se escuchan. La
literatura y el cine también han explotado este tema, éste último de forma bastante exagerada y
violenta, convirtiendo a los animales supuestamente poseídos en sangrientos monstruos
asesinos.
Otros más técnicos, en su afán por imponerse, explican los posibles síntomas que
pueden alertar que un animal ha sido poseído, tales como cambios repentinos de ánimo,
comportamiento destructivo y exagerado, la ingesta de desechos y basuras, chillidos e incluso la
repulsión hacia objetos religiosos, que dicho de esa forma y a excepción del último, hace pensar
que todos los animales llevan de fábrica su propio espíritu maligno, siendo estos comportamientos
comunes y normales en animales salvajes y mascotas mal educadas o entrenadas. Aun así la
controversia continúa y hay quienes aseguran haber presenciado el terrible comportamiento de un
animal poseído y continúan impresionadas, mientras que para otros, no son más que historias para
asustar a los niños. En cuanto a la ciencia, sus conceptos son claros, pero si no se ha esforzado
por demostrarlos en humanos, seguros como están sus estudiosos de los mismos, mucho menos llegará a
hacerse con nuestros amigos animales. |