Son muchos los que aseguran haber visto o sufrido en carne propia los efectos de una posesión
demoniaca o de cualquier otro tipo de fuerza oscura o malvada, pero también hay otros tantos
detractores de esta posibilidad, quienes aseguran que aquello son solo invenciones de la cultura
popular, otorgándole a estos sucesos el cartel de «falsos» o considerándoles simplemente fantasías
y cuentos inventados por algunos, ya sea por ganar protagonismo y notoriedad o por hacer del suceso
un circo y lucrarse de presentarlo, por supuesto. Con el cada vez más globalizado mundo y el
internet como medio de comunicación rápido, efectivo y altamente rentable, las noticias de estos
sucesos han ido aumentando desde unas pocas, hasta llegar en convertirse en una avalancha de
historias de exorcismos
y posesiones, que inundan por igual todo tipo de páginas, blogs y foros por igual. El cine, tomando
su inspiración de la literatura y pionero en explotar el tema a gran escala, continúa sacando
tajada de los miedos humanos, al tiempo que realiza producciones cada vez más escalofriantes con
rebuscados temas que califican como reales, para luego presentárselos a la audiencia de forma
espectacular y con ello, lograr una decente cantidad de dinero a costa de una módica suma, que los
interesados en un buen susto no deparan a la hora de apuntarse a una de estas cintas.
Pero lejos de los motivos, causas o del objeto que lleve a muchos a internarse
en este tenebroso y oscuro mundo de posesiones y
exorcismos,
del que se presentan relatos increíbles, imágenes escalofriantes y situaciones que ponen los pelos
de punta hasta el más valiente de los valientes, siempre surge la duda que acompañará a este tema
por siempre. ¿Es todo esto real? Con la posesión de una persona por parte del demonio la iglesia
prueba la existencia del mismo y con ello justifica buena parte de su presencia, pero para la
ciencia, estas situaciones y estados causados por supuestas «posesiones», deberían tratarse como
casos médicos y proporcionar el tratamiento adecuado, antes de someter al paciente a
rituales de exorcismo
innecesarios y traumáticos que no harán otra cosa que agravar la situación que presenta.
Aunque cada cual es libre de creer en lo que guste, es importante cerciorarse,
como primera medida, que las actuaciones y estado de la persona objeto de estudio, no estén siendo
ocasionadas o se den como consecuencia de una enfermedad o estado mental alterado, que produzca o
genere comportamientos fuera de lo normal, que muchos atribuyen erróneamente a la presencia de
demonios y
posesiones malignas,
efectos y situaciones sobrenaturales desconocidas. Se tienen noticias de personas brutalmente
maltratadas o sometidas a agresivos rituales religiosos con el objeto de expulsar supuestos
demonios y entes malignos, solamente por la ignorancia y el no entendimiento de algunos
padecimientos mentales bastante conocidos por la ciencia y de posible tratamiento médico
común.
Según los expertos en el tema y médicos especializados son muchas las patologías
que pueden originar este tipo de comportamientos que la gente conoce como «posesiones» y su
tratamiento médico, aunque en ocasiones complicado, puede llegar a solucionar el problema por
completo y de forma única y exclusivamente médica, ya sea por medio de una terapia psicológica o de
los fármacos indicados que ayuden en este propósito. La esquizofrenia, por ejemplo, es un
claro ejemplo de una enfermedad cuyas consecuencias pueden llegar a malinterpretarse tanto por el
paciente como por su entorno, produciendo delirios, alusiones y pensamientos extraños y
fantásticos, llevando a que el paciente perciba visiones, sonidos o sensaciones que en realidad no
existen, ocasionando con ello comportamientos extraños en consecuencia. Depresión, aislamiento y
confusión son otros de los resultados de esta patología. El trastorno de personalidad límite
lleva a los pacientes a sufrir cambios de personalidad extremos y a ver las cosas desde un punto
extremista, en ocasiones negativo, lo que afecta gravemente la salud mental de quien lo padece. Sus
opiniones pueden cambiar súbitamente lo que puede llegar a tornarlos agresivos hacia quien antes
tenían aprecio, confundiendo con ello a quienes le rodean. El trastorno de identidad disociativo,
conocido comúnmente como personalidad múltiple, puede ocasionar graves problemas a quien lo
padece, tanto a nivel interno, como a nivel externo en sus relaciones personales de toda índole. La
persona que padece esta enfermedad mental tiende a tener dos o más personalidades, de las cuales
cada una de ellas toma el control en determinado momento y obra de manera autónoma e independiente,
sin que la persona llegue a enterarse. A diferencia de lo que sucede con la esquizofrenia, las
sensaciones que percibe el paciente no son recibidas del exterior, sino de dentro de sí mismo, lo
que causa la sensación de estar invadido o acompañado, para el caso «poseído».
Como estos ejemplos existen infinidad de condiciones médicas que pueden producir
o generar efectos similares a los que algunos, dadas sus creencias, han dictaminado erróneamente
como «síntomas de posesión», cuando ya se ha
comprobado científicamente
la relación de estos comportamientos con cada una de sus patologías posibles. Así mismo el
fanatismo religioso de algunas regiones, sumada a fuertes rituales y arraigadas creencias
inculcadas autoritariamente, pueden llegar a ocasionar comportamientos fuera de lo normal,
motivados por esta agresiva influencia, también malinterpretados comúnmente. En conclusión, cada
cual es libre de escoger sus creencias, sus dioses y sus demonios, pero en cuanto a la posición de
la ciencia el dictamen es único. Si existe algo que motive a la gente a andar por ahí endemoniada,
todo está en su cabeza. |